La Juventud que adhiere al Proyecto Nacional y Popular ve con alegría y orgullo como por fin lo obtenido malamente vuelve a las manos del pueblo. Que el fútbol es máxima expresión de la cultura deportiva de nuestro país todos lo sabemos. Tampoco escapa a nadie que la pasión de los argentinos estuvo durante 18 años secuestrada por el poder monopólico del grupo clarín y sus empresas satélites. Durante dos décadas asistimos impotentes a la paradójica situación que implicaba medios multimillonarios y clubes , exclusivos artífices del espectáculo, cada vez más empobrecidos. Asistimos resignados durante cuatro lustros a la imposición de un abono de cable cada vez más caro,cambios de horario y de día de partidos, al recambio permanente de costosos codificadores, a la instalación de técnicos o jugadores, a la promoción permanente de un periodismo lobbysta y de pésima calidad profesional, etc.etc.
Hoy, gracias a la valiente decisión del Gobierno Nacional, esta vergonzosa situación se terminó. De aquí en adelante el juego más hermoso de la tierra vuelve al alcance de todos (sin distinción de clases ni residencia geográfica) y los clubes a recibir ,por primera vez, una justa retribución por la emisión de sus encuentros.
Lo acontecido en estás últimas décadas con el fútbol demuestra que el argumento falaz de que “todo lo privado funciona mejor que lo público” es solo canto de sirena de quienes esconden intereses inconfesables al igual que aquellos que, con el objeto de prolongar sus privilegios, siempre apelan al consabido “no es el momento para tocar estos temas”. La comunicación, hoy hegemonizada por un puñado de empresas mediáticas privadas, replica los mismos vicios y trampas que aquejaban al fútbol razón por la cuál anhelamos el pronto tratamiento del proyecto de ley de medios de la democracia en el parlamento. Ya es hora de que todos los argentinos (sin importar nivel económico o procedencia) recuperemos el derecho a informar y ser informados y que la distribución de la riqueza se convierta también en la distribución de la palabra.
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